martes, 4 de noviembre de 2008

Cotilla a mi pesar


Tengo que confesarlo: soy cotilla a mi pesar.

Es algo de lo que no me siento orgullosa, pero no lo puedo evitar. Es montarme en el autobús, tren o metro y ser incapaz de abstraerme de las conversaciones ajenas. Y lo peor, es que disfruto mucho.
A diferencia de mi madre, que cuando realizaba la noble labor del cotilleo lo hacía tras los visillos, yo lo hago de manera evidente, descorriendo las cortinas. Me quedo mirando a las personas que escucho, no disimulo la sonrisa e incluso bromeo con ellos. Pues a aquellos que tampoco pueden evitar olfatear los jirones de conversaciones callejeras he encontrado una página muy divertida de otros cotillas anónimos. En recienoido puedes disfrutar de ese tipo de charlas ajenas que logran sacarte una sonrisa involuntaria. Como ellos mismos dicen "es un retrato colectivo de la ciudad (de Madrid) dibujado con las palabras que van cazando al vuelvo quienes la atraviesan diariamente." Para muestra, un botón:

Pobre Litvinenko

En el autobús, llegando a Carabanchel

Chica 1: Qué fuerte lo del espía. Al final era polonio.

Chica 2: Que no, tía, que era ruso.


P.D. Pero no se lo digáis a nadie.

2 comentarios:

Rustis dijo...

Bueno, vale, yo también he de reconocer que soy muy muy cotilla, aunque es cierto que lo mío no es ni detrás de la cortina totalmente, ni exponiéndome del todo. Medias tintas, qué horror.

Lo de dedicar una web a recoger conversaciones callejeras y pequeñas escenas me ha recordado ahora mismo, no sé por qué, los artículos de costumbres de Larra. El "Vuelva usted mañana", y todo aquello, de repente me lo has vuelto a poner de actualidad...
Cosa extraña, porque tampoco es que haya sido yo nunca demasiado apegada a ese tipo de literatura.
Será que no tengo personalidad y me dejo convencer (ya me conoces)

O que, definitivamente, quiero dejarme vencer por el noble arte del cotilleo sin cortinas. ¿Te unes?

Reithor dijo...

Ya se sabe que el gen es XcotillaX, no por el porno, sino por los cromosomas donde se encuentra. Así en la mujer es dominante y en el hombre recesivo.